La laca es un término relativamente impreciso para referirse a un líquido de terminación de madera de color claro o coloreado que se seca mediante evaporación del disolvente. A menudo también es un proceso de curado o revestimiento que produce un acabado superficial duro y duradero. Generalmente se elabora a partir de resina extraída de árboles y ceras y se utiliza desde la antigüedad.[1]
Dicho acabado puede ser tanto ultra mate hasta altamente reflejante, y puede ser pulido si se desea. La expresión también se utiliza para «pintura laca», que por lo general hace referencia a una pintura que se seca dando lugar a una superficie por lo general dura y lisa.
El origen del término en español proviene del árabe hispano lákk, este del árabe lakk, este del persa lāk, y este del sánscrito laksha, que ya aparece en el Atharvaveda, de fines del II milenio a. C.[2] Quizá se relacione con el sánscrito lakshá (el número 100 000), quizá en referencia a la gran cantidad de insectos parecidos a la cochinilla (Laccifer lacca —Coccoidea—) que con sus picaduras hacen que este tipo de árbol en la India y zonas vecinas exude esta sustancia resinosa, traslúcida, quebradiza y rojiza.[3] Dicha secreción se halla pegada a las ramas que se reproduce de la planta invadida, y en ella está encerrado el insecto durante casi toda su vida. Una vez recolectada, molida y cocida con otras resinas y minerales, se convierte en goma laca, usada en barnices (transparentes o coloreados), tintas, lacres, adhesivos, etc.